Hola a todos.
Hoy quiero contarles mis comienzos laborales.
Estos fueron a muy temprana edad, ya que quería intentar ganarme un dinerito, para poder lograr cierta independencia, en materia de finanzas.
Quiero destacar que, nuestros hijos no tienen ni idea de lo que nos ha tocado vivir en nuestra juventud,no han tenido, felizmente, la necesidad de haber recorrido ese camino, complicado a veces, pero de una importancia crucial para nuestras vidas futuras.
Formar parte de una gran familia, tenía sus pro y sus contras. Pero, gracias a DIos, nuestros padres trabajaron duro para poder llevar adelante el hogar.
Además, soy el séptimo de nueve hermanos. De tal manera que, por más, siempre mis hermanos, a medida que iban creciendo, estudiaban y trabajaban, aportabanl para ayudar a nuestros padres con los hermanos menores.
Cuando llegué a los 12 años busqué un trabajito cerca de casa y conseguí, en una fábrica de ladrillos.
Era todo nuevo para mi, como experiencia, no tenía conciencia de lo duro que sería ese tipo de trabajo. Pero era lo que había y tenía que darle para adelante, si quería lograr la meta que me había propuesto.
Y así fué.
Trabajaba con moldes, que se rellenaban de una preparación de arcilla, al otro dia, cuando esa pasta se secaba, se desmoldeabas y quedaban los ladrillos semi secos, a veces y había que pasarle una espátula para sacarles las impurezas de las orillas, los rebordes, y apercharlos, es decir, hacer una especie de pared, hasta lograr su secado definitivo y luego llevarlos al horno, para ser cocinados.
El horno era un edificio grande, rectangular, con varias troneras, aberturas en los costados, por donde se le ponía la leña para cocinarlos.
Esa era una tarea muy difícil, pesada, agobiante.
Después que se llenaba el horno, se encendia el fuego, por dos o tres días se mantenía ese fuego, dia y noche.
Pasado ese tiempo se habría el horno para que se vayan enfriando los ladrillos, que ya tenían ese color anaranjado.
Había que esperar unos dias para sacarlos y llevarlos a un sector, abierto, y hacer paredes con ellos para su enfriamiento definitivo y posterior venta.
El tema que pasaba mas de una semana y dentro del horno, habían ladrillos que destilaban fuego aún. Parecían brasas rectangulares, era casi imposible permanecer mucho tiempo cerca de ellos.
Y aún con guantes para sacarlos, bueno, guantes, es una forma de decir, no eran propios para ese tipo de trabajo, con varios dedos rotos, pero había que agarrarlos de alguna forma, sacarlos y llevarlos afuera.
Un dia me cansé y me dije: "Basta, NO, no trabajo más aquí y me prometí que, en mi vida trabajaría de albañil, o algo parecido."
Decidí, entonces, ir a trabajar al restaurant que tenía mi padre, en el Mercado de Concentración, la Feria de Guaymallén.
Era una feria donde iban los chacareros a vender sus productos, un mercado, donde iban los comerciantes, tanto sean almaceneros, carnicerías, supermercados, los verduleros ambulantes, etc.
Ahí se proveían de: frutas, verduras y demás. también de pollos, gallinas, lechones.
Mi padre llegaba a su "restaurant y cafetería" a las 4,30 de la mañana y por una ventanita que daba a la calle lateral del mercado, venían los chacareros que hacían la cola para entrar y mientras esperaban la apertura, compraban su desayuno por esa ventanita.
El Mercado habría a las 6am, pero los chacareros estaban desde muy temprano esperando, muchas veces no dormían, asi que en invierno, hacían fogatas para calentarse. Entonces un café bien caliente o un coñac o una ginebra, grapa, eran muy bbienvenidos para neutralizar el frio.
Era muy duro ver eso.
No eran muchos los que tenían camiones, camionetas, para protegerse del frio.
Y ahi estaba yo también para ayudar a mi padre en la atención de sus clientes.
Para mi, era mucho mejor que lo que hacía en la fábrica de ladrillos, lo único malo, era que, tenía que levantarme muy temprano.
Pero era como un juego para mi, a esa edad. Aprendí lo duro que era para mis padres hacer todo ese sacrificio también.
Yo me volvía a casa, recuerdo, con Don Medrano, un señor verdulero, vecino nuestro, que vivía en la misma calle que nosotros y me llevaba en su carretela, tirada por un caballo, cargado de verduras. Como dije antes, era un juego para mi, el hecho de andar en carretela, muchas veces me la dejaba conducir,llevar las riendas.
Otras veces con Don Angeloni, otro vecino verdulero que tenía un camioncito. QUe además era el padre de una compañera de escuela mia.
Qué lindo recuerdo!
Mi padre compraba todo lo necesario en un almacén de Ramos Generales que había a dos cuadras más o menos de su negocio.
Yo personalmente iba a hacer esas compras, sin pensar que ese hecho, me iba a cambiar la vida, diría casi totalmente. Había logrado un conección muy linda con los empleados de ese almacén.
Ellos compraban en el restaurant de mi padre, sus desayunos y sus almuerzos. empanadas, sandwiches de milanesa, etc.,así que había una buena relación.
Un dia me ofrecieron si quería trabajar de cadete.
Casi me muero de alegría, cuando llegué al negocio y les conté a mis padres, no sabía qué me iban a contestar. Yo saltaba de alegría.
Mis padres me dijeron que sí!
Fui al almacén y les confirmé y al lunes siguiente, ya estaba trabajando.
Eran como 12 empleados, yo el más chiquito, y así me bautizaron: Chiquito.
Chiquito traeme tal o cual cosa, Chiquito limpiá esa estantería, etc. Yo feliz.
Eso, como dije antes, me cambió la vida.
Yo trabajaba mucho en el almacén y me gustaba atender los clientes, pero lo hacía cuando no estaba el dueño, Don Nicolas, que tenía dos hijos, Andrés y Angel.
Muy buena gente pero, el papá, era muy estricto, gritón, cuando no estaban las cosas bien hechas, le teníamos mucho respeto y miedo también. Inmcluso sus hijos.
Pero había que saberlo llevar. Era todo un ejecutivo, siempre de impecable traje y corbata. Lo respetaban hasta los proveedores que lo visitaban.
Al ser un almacén de Ramos Generales, se vendía de todo lo imaginable, clavos de herrar, rejas de arado, frenos para los caballos, lámparas, faroles a kerosene, cadenas, etc.
Además de azúcar, harina, maíz, arroz, tantas cosas, todas en bolsa de 50 kgs. al por mayor y al menudeo.
Me gustaba pesar productos cuando el cliente pedia 5 o 10 kilos. Había agarrado tanta experiencia que, era raro llenar la bolsa y al ponerla en la balanza no pesara justo la cantidad solicitada por el cliente.
Pero mi tarea principal era limpiar, escoba, lampazo ( mapo acá en EEUU), balde con agua y secador.
Yo disfrutaba hacer eso.
Muy diferente a lo que hacía en el otro trabajo.
Y asi se iba a presentar la oportunidad de mi vida.
Nos vemos en la próxima entrega.
Hasta pronto.
Fotografía de horno de: Google Imágenes
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